31 diciembre 2008

Así se hace

Mujeres en Nápoles se están organizando en una huelga de sexo, en un intento por detener sus parejas de hacer estallar fuegos artificiales de Año Nuevo peligrosos que causan lesiones e incluso la muerte —The Times, Londres, 31 diciembre 2008
 
Nada de andar evadiendo la responsabilidad personal ciudadana pidiéndole al Estado que prohíba una industria que es el sustento de tantas familias.

Diga sí a la disciplina personal.   No compre pólvora.

27 diciembre 2008

El socialista presidente de El Salvador

Pero para el mandatario la mejor idea es bajar la tarifa del pasaje, pues esta medida ayudaría mucho más al bolsillo de las familias salvadoreñas. "Yo prefiero mantener los $0.10 centavos (impuesto a la gasolina del cual salen los fondos para el subsidio), que algunos me lo reclaman, pero prefiero que se le puede ayudar a la economía familiar", dijo el mandatario —El Diario de Hoy, 26 diciembre 2008

El muy canalla prefiere que al Estado ingresen 10¢ adicionales, que pasen por las manos de los políticos, y que los políticos redirijan los 10¢ hacia los fines que él personalmente considera son idóneos.

Y obsérvese que no hay garantía alguna que la ecuación {entran 10¢ = pasan 10¢ por el Estado = se entregan 10¢ de subsidio para la economía familiar} se respete.  Por el contrario, como en todo sistema socialista, tenga por seguro que entran 10¢, la clase política se queda con su respectiva comisión, y si es que existe subsidio alguno para la "economía familiar" éste será indudablemente inferior a los 10¢ que pagó el contribuyente.  La sociedad pierde, los políticos ganan.

Pero en realidad el gusano del Saca usará el subsidio como arma política o zanahoria para manipular al gremio de los transportistas.  Por éso no lo quiere eliminar ahora que la gasolina vale lo mismo que hace 5 años.  Aquí las palabras "economía familiar" no son más que una trampa cazabobos.  Y bobos muchos los hay.

Tenemos un presidente socialista.  Por éso El Salvador es un país pobre, corrupto, y miserable.

24 diciembre 2008

IN HOC ANNO DOMINI

Cuando Saúl de Tarso partió en su viaje a Damasco, todo el mundo conocido vivía conquistado. Había un estado, y era Roma. Había un amo de todo, y era el César Tiberio.

Por todas partes había orden civil, porque el brazo de la ley romana era largo. Por todas partes había estabilidad, en gobierno y en sociedad, porque los centuriones así lo garantizaban.

Pero por todas partes había también algo más. Había opresión –para aquellos quienes no eran los amigos del César Tiberio. Había cobrador de impuestos para poder cosechar el grano de los campos y para hilar el lino del huso: para alimentar las legiones o para llenar la hacienda pública con la cual el César divino entretenía a la gente. Había reclutador para llenar de gladiadores los circos. Había verdugos para callar a quienes el emperador había proscrito. ¿Para qué era un hombre sino para servir al César?

Había persecución de los hombres que se atrevían a pensar diferentemente, que oían voces extrañas o leían extraños manuscritos. Había esclavizamiento de los hombres cuyas tribus no provenían de Roma, desdén para quienes no tenían el aspecto familiar. Y sobretodo, había por todas partes un desprecio de la vida humana. ¿Qué era, para el poderoso, un hombre más o menos en un mundo sobrepoblado?

Entonces, de repente, hubo una luz en el mundo, y un hombre de Galilea, diciendo, dá al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.

Y la voz de Galilea, que desafiaría al César, ofreció un nuevo Reino en el cual cada hombre podría caminar con la frente en alto y postrarse a ninguno excepto a su Dios. Como trataste a los más pobres, así me trataste a mí. Y él envió este evangelio del Reino del Hombre a los extremos de la tierra.

Y así la luz entró en el mundo y los hombres que vivían en oscuridad tuvieron miedo, e intentaron bajar una cortina de modo que el hombre continuase creyendo que la salvación emanaba de los líderes políticos.

Pero ocurrió durante algún tiempo en lugares diversos que la verdad liberó al hombre, aunque los hombres de la oscuridad intentaron apagar la luz. La voz dijo, apresuraos. Caminad mientras tenéis luz, a menos que os caiga la oscuridad, porque quienes caminan en oscuridad no saben donde van.

En el camino a Damasco la luz alumbró brillantemente. Pero después Pablo de Tarso también tuvo miedo. Él temió que otros Césares, otros profetas, podrían un día persuadir a los hombres que el hombre no era nada excepto un trabajador de ellos, que los hombres cederían sus derechos otorgados por Dios a cambio de pan y circo y ya no caminarían en libertad.

Entonces podría darse que la oscuridad triunfaría nuevamente sobre las tierras y habría quemar de libros y los hombres pensarían solamente de lo que deben comer y de lo que deben usar, y prestarían atención solamente a Césares nuevos y a falsos profetas. Entonces podría darse que los hombres no mirarían hacia arriba para ver incluso a la estrella del invierno en el este, y una vez más, no habría luz alguna en la oscuridad.

Y por eso Pablo, el apóstol del Hijo del Hombre, habló a sus hermanos, los Gálatas, las palabras que él quiso que recordásemos luego en cada uno de los años de su Señor:

Aferraos entonces a la libertad con que Cristo nos ha liberado y no os enredéis nuevamente bajo el yugo de la esclavitud.

Este editorial fué escrito en 1949 por Vermont Royster y el Wall Street Journal lo ha publicado anualmente desde entonces, el día de Navidad.