Descubriendo el terrorismo
El Salvador es un país de jóvenes: la mayoría de salvadoreños vivos hoy tenía menos de diez años cuando terminó la guerra del FMLN contra el gobierno de El Salvador. Para la nueva generación, la guerra es algo abstracto: no vivieron las diarias bombas que el FMLN ponía, ni los atentandos, ni los secuestros, ni los asesinatos, ni las extorsiones en carreteras ("impuestos de guerra").
A menudo la nueva generación recibe un mensaje romántico de que el FMLN de alguna forma luchaba por el bien del pueblo, estilo Robin Hood: hay un cuidadoso proceso para filtrarles que en realidad se trató de un ataque a nuestro país financiado por la Unión Soviética y conducido por sus delegados y representantes en todo el mundo, entre quienes destaca el Secretario del Partido Comunista de El Salvador, Shafik Hándal.
Así, sin haber vivido las consecuencias del terror, puede ser fácil tomárselo a la ligera y votar por un partido que aún hoy es lidereado por la misma gente que secuestró, puso bombas, y que se declara ser "comunista, ¿y qué?"
Pero esto es lo que escribe una salvadoreña quien se las ha visto ayer en carne propia con el terrorismo en Navarra:
Yo trabajo en el edificio donde pusieron el coche bomba. Estaba trabajando cuando todo retumbó. La onda expansiva fue enorme. MI reacción: correr hacia la salida, y ver la cara de angustia de mi jefe. Luego susurró: Bomba. Se me puso la piel de gallina y comenzó todo el ajetreo. Contarlo me parece difícil. Sólo sé que fue horrible...
El terrorismo no es romántico ni idealista ni debe ser olvidado.