25 mayo 2006

La corrupción de los medios de información

a report from Oxfam claims that top brands such as Adidas, Nike, Fila and Puma use suppliers in Asia where workers - mainly women - are forced to work long hours for low wages and face dismissal if they protest against their conditions. - The Independent, Londres (R.U.)
¿Horrorizante, no? Alguien está haciendo que personas trabajen largas horas a la fuerza. Suena a esclavitud.

Pero la palabra "forced" solamente aparece dos veces en el reporte de Oxfam. La vez primera, página 3, se refiere a un líder sindicalista que dice que le pegaron en la calle: poco que ver con esclavitud de los trabajadores. La segunda vez que la palabra aparece, es una recomendación:
Companies should insist that both female and male workers get secure employment, that they are paid fair wages, take relevant sick, maternity and family leave, have adequate sexual harassment policies in place and are not forced to work excessive hours. - Oxfam, página 4
Oxfam recomienda que las fábricas paguen bien, ofrezcan permisos de enfermedad y embarazo, etc., y que no se obligue a los empleados a trabajar horas excesivas.

Oxfam nunca dijo que haya gente en trabajos forzosos, como lo insinúa The Independent. Y de hecho, si las colas para pedir empleo en Asia son como las colas para pedir empleo en las maquilas salvadoreñas, puede garantizarse que la gente elige voluntariamente pedir trabajo allí porque cree que lo que le pagan vale la pena. Y en el momento que alguien cree que no vale la pena la cantidad de trabajo vs. la compensación, puede renunciar, y dedicarse a otra cosa. Libertad de elección.

Pero a Maxine Frith, Social Affairs Correspondent, no le interesa reportar lo que dijo Oxfam, sino reportar lo que ella quiere reportar. Esto es corrupción mediática.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

NIKE-ADIDAS y salarios bajos

Vemos cómo el problema de empleo tú le das un giro equivocado, muchos hacen cola en las maquilas porque no hay otra oportunidad. La Paquita Podrá recibir más dinero en la maquila que en la venta de tamales, por eso hace cola. Igual lo hacen los gerentes, que también se mueven de acuerdo a salarios. El problema de la libertad ha llegado a ser una totalidad indisoluble. Todo aquel que busque caminos hacia delante debe tener en cuenta esta totalidad y no puede contentarse con pragmatismos superficiales. El hombre salvadoreño busca no estar condenado a la libertad. Gana lo que le pagan, aunque el noble empresario gane millones exorbitantes, por la razón de que puso el dinero. El salvadoreño busca esa libertad que le impone la necesidad y que esa misma libertad de la que goza el creador de empleo abusa el poder. En contraste con el animal, el hombre no tiene “naturaleza”. El animal vive su existencia de acuerdo a leyes con las cuales simplemente ha nacido; no necesita considerar qué debe hacer con su vida. Sin embargo, la esencia del hombre es indeterminada. Es una pregunta abierta. Yo mismo debo decidir qué entiendo por “humanidad”, qué quiero hacer con la misma y cómo deseo moldearla. El hombre no tiene naturaleza, pero es pura libertad. Su vida debe tomar alguna dirección, pero en definitiva a nada llega. Esta libertad absurda es el infierno del hombre. Lo inquietante de este enfoque es el hecho de conducir a una separación de la libertad y la verdad hasta llegar a la conclusión más radical: no existe en absoluto la verdad. La libertad no tiene dirección ni medida. En todo caso, esta ausencia total de la verdad, esta ausencia total de todo vínculo moral y metafísico, esta libertad absolutamente anárquica, entendida como cualidad esencial del hombre, se manifiesta a un individuo que procura vivirla no como supremo realce de la existencia, sino como frustración en la vida, vacío absoluto y definición de la condenación. El aislamiento de un concepto radical de la libertad, que es una experiencia vivida, muestra con toda la claridad deseable que al liberarnos de la verdad no obtenemos la libertad pura, sino su abolición. La libertad anárquica, considerada radicalmente, no redime, sino convierte al hombre en una criatura extraviada, un ser sin sentido. No se trata de que allí me pagan mejor, es que la búsqueda del bien del individuo, de acuerdo a nuestra sociedad, esta donde puede alcanzar algo, el total o parte de su bienestar social

Anónimo dijo...

Después de esta tentativa de comprender el origen de nuestros problemas y obtener una visión clara de su tendencia interna, corresponde ahora buscar respuestas. Ha llegado a ser evidente que el punto crítico de la historia de la libertad en El Salvador el cual nos encontramos ahora descansa en una idea no aclarada y unilateral de la libertad. Por una parte, el concepto de libertad se ha aislado y por consiguiente falsificado: la libertad es un bien, pero únicamente dentro de una red de otros bienes, junto con los cuales constituye una totalidad indisoluble. Por otra parte, la noción misma se ha restringido estrechamente, abarcando únicamente los derechos de la libertad individual, con lo cual ha quedado desprovista de su verdad humana. Quisiera ilustrar el problema que presenta esta forma de comprender la libertad recurriendo a un ejemplo concreto. Al mismo tiempo, este ejemplo puede abrir el camino hacia una visión más adecuada de la libertad. Me refiero al problema del salario bajo y las grandes corporaciones en el desarrollo de la globalización. En la radicalización de la tendencia individualista de la Ilustración, el pago de salarios aparece como un derecho propio de la libertad: el hombre debe estar en condiciones de hacerse cargo de sí mismo; debe tener la libertad de decidir si va y trabaja o si hace cola donde cree que le ira mejor; debe tener la facultad de tomar decisiones sobre su propia vida, y nadie puede imponerle (así nos dicen) desde afuera norma alguna de carácter definitivamente obligatorio. Lo que está en juego es el derecho a la autodeterminación. ¿Pero realmente está tomando una decisión sobre su propia vida el hombre que decide NO TRABAJAR? ¿No está decidiendo precisamente sobre otros seres, decidiendo que no debe otorgársele libertad alguna, y en ese espacio de libertad, que es vida, debe ser despojado de la misma porque está compitiendo con su propia libertad? Por consiguiente, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿exactamente qué tipo de libertad tiene incluso derecho a anular la libertad de otro ser tan pronto como ésta surge?

Ahora bien, no puede decirse que el tema de salarios “bajos” es un caso especial, inadecuado para aclarar el problema general de la libertad. No, precisamente este ejemplo destaca la figura básica de la libertad humana y muestra claramente lo típicamente humano de la misma. Porque ¿qué está en juego aquí? El poder vivir en armonía, con decencia y poder aspirar a tener un mundo mejor y una esperanza para que sus hijos properen. Sin embargo, dicha unidad no anula el hecho de que este ser sea otro ni nos autoriza a poner en duda su individualidad propia. Con todo, el ser uno mismo en esta forma proviene radicalmente de otro ser humano y se da a través de éste. A la inversa, este exige al ser del otro, es decir, del patron-empleado, a convertirse en un ser-para, en contradicción con su propio deseo de autonomía, y por consiguiente ella lo experimenta como la antítesis de su propia libertad. Debemos agregar que incluso después de recibir su salario después de un acuerdo pactado y cambiar la forma exterior de su ser a partir de y con, sigue siendo igualmente dependiente y encontrándose a merced de un ser-para. Ciertamente, se podría buscar irse a otro lado a trabajar y someterse al trabajo de de otro “para”, pero la figura antropológica es la misma, ya que sigue existiendo un “a partir de” que exige un “para”. Debo Aceptar los límites de mi libertad, o más bien dicho vivir mi libertad no como competencia, sino con espíritu de mutuo apoyo. Si abrimos los ojos, vemos que a su vez esto no sólo ocurre en relación con el patrón, sino que la presencia del mismo en el diario vivir de la empresa es simplemente una representación muy gráfica de la esencia humana en general. Por ello el adulto sólo puede existir con otro y a partir del mismo, y por consiguiente es permanentemente remitido a ese ser-para del cual justamente quisiera prescindir. Dicho con más precisión, el hombre espontáneamente da por sentado el ser-para de los demás en la configuración de la actual red de sistemas de servicios, pero si tuviera la posibilidad, preferiría no estar obligado a participar en ese “a partir de” y “para” y le gustaría llegar a ser totalmente independiente y poder hacer y no hacer únicamente lo que le plazca. La exigencia radical de libertad, en la actualidad configura en gran medida la mentalidad general, prefiere no tener un de dónde ni un adónde, no ser a partir de ni para, sino encontrarse plenamente en libertad. En otras palabras, considera lo que es realmente la figura fundamental de la existencia humana en sí misma como un ataque a la libertad, que la acomete antes que el individuo tenga la posibilidad de vivir y actuar. El clamor radical por la libertad exige la liberación del hombre de su esencia misma de hombre, de tal manera que pueda convertirse en el “hombre nuevo”. En la nueva sociedad, en este El Salvador donde la democracia esta naciendo y muchos, MUCHOS, empleados y empleadores empiezan a reconocer el derecho de respetar el uno con el otro. Las dependencias que restringen el yo y la necesidad de altruismo no tendrían derecho a seguir existiendo. “Seréis como dioses”. Es posible visualizar con bastante claridad esta promesa detrás de la exigencia radical de libertad de la modernidad. Aún cuando Ernest Topisch creía poder decir con seguridad que en la actualidad ningún hombre razonable todavía aspira a ser como Dios, si observamos más detenidamente, podemos afirmar precisamente lo contrario: la meta implícita de todas las luchas por la libertad de la modernidad es llegar a ser en definitiva como un dios que no depende de nada y de nadie y cuya propia libertad no esté restringida por la de otro ser.

De lo anterior se desprende que la libertad está asociada a una medida, la medida de la realidad, que es la verdad. La libertad de destruirse a sí mismo o destruir a otro no es libertad, sino parodia demoníaca. La libertad del hombre es compartida, en la existencia conjunta de libertades que se limitan y por tanto se apoyan entre sí. La libertad debe medirse por lo que soy, por lo que somos; de lo contrario, se anula a sí misma.

La libertad no se mide con salarios.

Anónimo dijo...

Acá hay tres temas que quiero comentar:

1.Respecto a la libertad para elegir, esa existe únicamente cuando hay varias opciones. ¿Cómo puedes asegurar que la “gente elige voluntariamente pedir trabajo allí porque cree que lo que le pagan vale la pena”? ¿No has considerado que la gente trabaja allí porque no encuentra empleo en otra parte o porque con su nivel educativo (que también depende de las oportunidades que tuvo para acceder a la educación formal) sólo puede optar a eso o al sector informal?

2.A la libertad, de tanto estar de boca en boca, le han deformado su esencia. Ahora, algunos economistas e intelectuales lo limitan a la “libertad de mercado, de empresa, o libertad económica”. Pero esta palabra es más profunda e implica también la liberación de esclavitudes, más o menos sutiles, y entre éstas está el mercado de todo tipo: laboral, comercial, intelectual… el hombre es más que una mercancia o alguien que produce algo, es más que un consumidor, es más que un estudiante que se prepara para poder obtener un “buen empleo”, es más que una masa que puede llegar al poder, es más que clases sociales que luchan entre sí.

3.Finalmente quiero referirme a lo que llamas “corrupción mediática”. Quien haya dicho que los comunicadores plantean la “verdad” o nos muestran la realidad, ha mentido. Los medios y sus periodistas nos muestran una versión de algunos hechos reales. El periodista y el medio eligen, de entre todas las cosas que pasan en el país algunos hechos que ellos consideran importantes y los publican. En las notas que nos presentan, seleccionan las fuentes y deciden qué palabras, fotos o imágenes utilizar para que “nos informemos”. Es cierto que deberían (según la ética) apegarse a la verdad, pero eso no siempre sucede. Sí es una corrupción mediática lo que se hizo en este artículo que nos presentas, pero también lo es que el medio nos diga: que “su papel es mostrar las cosas como son” o que estan “escribiendo la verdad”, porque no es cierto…

Unknown dijo...

Primero no defiendo a los medios, por el contrario soy un critico de ellos. Sin embargo en este caso me parece que el visitador utiliza una doble moral y lo justifico con las mismas palabras que utilizó en un comentario reciente en donde se deshace en alagos hacia los medios de comunicación. Visitador porque no utilizas la misma vara para medir a los medios locales y a los medios extranjeros. Sera por el grado de Libertad o por la conveniencia de lo que unos dicen respecto de tus creencias ideológicas, porque si es esto último en buena hora reconócelo y ya.