HISPANIA AMERICANA
En el oscuro medievo, no existía España.
Había un reino de Asturias, y uno de Castilla, y otros por allí. Y en dichos reinos se hablaba unas lenguas vulgares de dichos sitios: asturiano, castellano, etc.
Cuando alguna vez un monje, o un comerciante, volvió a Francia de un viaje allende los Pirineos, y tuvo que relatar a sus congéneres dónde había estado, no podía decirles que había estado "en Asturias": dicho nombre significaba poco para los franceses. Porque en los pocos libros y mapas heredados de los romanos no aparecía ninguna "Asturias," que era un invento visigodo de reciente manufactura.
Así que los franceses llamaban a las tierras ibéricas "Hispania": el viejo nombre latín con que los romanos mentaban a la Península. ¿Y qué raro idioma hablaban esos Yspanioles? Yspanyol, por supuesto.
Ocurrió entonces que los extranjeros regalaron a España su nombre moderno y el nombre del idioma que hablan todos los españoles, fuere cual fuere su lengua local: aragonés, leonés, valenciano, etc. Siglos más tarde, otro extranjero, un marinero genovés, nos heredó la lengua del país que le financió su sueño. Y por eso los americanos hablamos español.